Desde Etiopía hasta El Ojito

       La historia más aceptada, en cuanto al descubrimiento del café, es la del pastor Kaldi, quien en la antigua Abisinia, hoy Etiopía, en el noreste de África, llevaba a pastar a sus cabras y un día observó, que estas, estaban “diferentes” corrían, saltaban, etc. Otro día, volvió al mismo lugar y miró, que las cabras comían de unas cerezas rojas de un arbusto, y ahí, comprendió que eran estas cerezas que causaban esa sensación en sus animales y en el mismo, así pues, decidió probarlas, y se sintió agradado. Como musulmán, llevó estas cerezas y hojas, a unos imanes: especie de sacerdotes, para su aprobación, hicieron una infusión con las hojas y los frutos, pero el sabor fue desagradable y tiraron el cazo al fuego, a los pocos minutos, comenzó la magia, el lugar se impregnó de una fragancia “espectacular” y comprendieron, que su verdadera esencia y utilidad, se iniciaba al tostar los granos.

      De aquí, en adelante, tienen lugar miles de historias, el café conquista la península arábiga, luego Europa, llega a América y se extiende por el continente, así llega a Venezuela, aproximadamente en 1730, llega a los andes, venezolanos y por Táchira, llega el café a Colombia. En las montañas de lo que hoy en día es el municipio Guásimos, el café, encontró un hogar; y cientos de hogares, han estado por décadas ligados a la “cultura del café” me atrevería a decir; que toda persona con raíces en este municipio, tiene un nexo, con la actividad cafetalera, de sus padres, de sus abuelos, han participado, de la cosecha, del descerezo, el secado en el patio, la trilla: con maquina o el pilón y aireándolo, el tostado, las fragancias y los aromas de una deliciosa taza de café. Para quien quiera recordar, esa cultura del café, mientras disfruta de un café de origen: cultivado en “Guásimos” y agro ecológico, con un lavado fino, tostado artesanal y preparado con técnicas de barismo; púes debe ir a Katuay Café; en el sector El Ojito, el lugar lo cautivará.  

José Luis Araque

Katuay Café